Si Has Confiado en Cristo
Si realmente te has vuelto a Él, ahora eres hijo de Dios — no por tus esfuerzos, sino por su obra consumada (Juan 1:12).
Tu pasado no anula sus promesas. Tu debilidad no te descualifica. Él no te abandonará (Hebreos 13:5).
Pero escucha esto: la vida cristiana no es parcial. No es algo que haces de vez en cuando. Es una entrega total de toda la vida. Cada área — tus pensamientos, relaciones, decisiones, sueños — debe estar bajo su señorío (Colosenses 3:17). Eso es el llamado. Eso es hacer discípulos.
Seguir a Jesús no es fácil. Enfrentarás tentaciones, oposición y a veces rechazo. Pero no estás solo. Cristo camina contigo, y te da su Espíritu para fortalecerte (Juan 16:33).
Creciendo como Creyente
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Tu relación con el pecado: Ya no estás encadenado al pecado (Romanos 6:6). Cuando tropieces, no lo excuses ni lo normalices. Confésalo sinceramente a Dios (1 Juan 1:9), vuelve a Él y sigue luchando. El arrepentimiento no es un evento único; es la actitud diaria de un discípulo.
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Tu relación con Dios: Habla con Dios con sinceridad y frecuencia (Filipenses 4:6). Lee la Biblia todos los días. Aplica lo que lees a tu vida (2 Timoteo 3:16-17). Comienza por los Evangelios (Mateo, Marcos, Lucas o Juan). Esto no es para ganar el amor de Dios, sino para crecer en Cristo.
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Tu relación con la iglesia: No camines solo. Únete a una iglesia fiel que predique la Palabra (Hebreos 10:24-25). Sé bautizado como acto de obediencia — no para salvarte, sino para declarar que perteneces a Cristo (Hechos 2:38, 41).
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Tu enfoque: No trates a Jesús como una herramienta para el éxito. Síguelo en la alegría y en la prueba. La meta no es comodidad terrenal, sino conocerle, parecerte a Él y glorificarle (Filipenses 3:10).
Mentiras Comunes que Debes Rechazar
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Pensar que Jesús es solo un dios entre muchos.
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Creer que las buenas obras o los rituales ganan tu salvación (Efesios 2:8-9).
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Esperar que la fe garantice salud, riqueza o comodidades.
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Tratar el cristianismo como una plataforma para recibir bendiciones sin rendición.
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Creer que finalmente todos se salvarán (Mateo 7:13-14).
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Suponer que con una sola oración basta aunque no cambie tu vida (Mateo 7:21).
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Exaltar líderes humanos por encima de Cristo (1 Corintios 1:12-13).
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Mezclar nacionalismo o política con el evangelio.
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Aislarte de otros creyentes.
Una Palabra de Esperanza
Jesús murió y resucitó para perdonarte, liberarte y hacerte nuevo (2 Corintios 5:17).
Ya no estás bajo juicio, sino bajo gracia (Romanos 8:1).
El mismo poder que levantó a Cristo ahora obra en ti para ayudarte a vivir fielmente (Efesios 1:19-20). Su Espíritu te capacita para obedecer cuando el mundo te empuja a lo contrario, para mantenerte firme cuando la presión incita a ceder, y para soportar cuando la fe implique costo.
Tu salvación está segura — no porque tú te aferres, sino porque Él te sostiene con firmeza (Juan 10:28-29).
Fija tus ojos en Cristo, mantente anclado en Su Palabra y sigue caminando en arrepentimiento y obediencia.
Aquel que comenzó en ti una buena obra la llevará a cabo hasta el fin (Filipenses 1:6).
Preguntas Frecuentes
¿Qué pasa si vuelvo a caer?
Tal vez suceda. Pero hay perdón cuando confiesas y vuelves (1 Juan 1:9). La diferencia ahora es que luchas contra el pecado en lugar de abrazarlo. No rebajes tus estándares. Otros creyentes pueden acostumbrarse al pecado — pero no estás llamado a eso. Estás llamado a ser como Jesús.
¿Seguir a Jesús significa nunca pecar?
No. El pecado aún puede tentarte, pero ya no te gobierna (Romanos 6:14). Un seguidor genuino resiste al pecado y depende del Espíritu Santo para crecer en santidad.
¿Cómo sé que realmente estoy salvo?
Las evidencias aparecen en el amor creciente hacia Cristo y hacia otros, en la aversión al pecado, en la obediencia a la Escritura y en la perseverancia en la fe (1 Juan 2:3-6). La salvación produce transformación — con el tiempo ese cambio se hace visible en tu vida.
¿Y si no me siento lo suficientemente fuerte?
Dios te da su Espíritu para fortalecerte y guiarte (Hechos 1:8; Romanos 8:26). Depende de Él a través de la oración y la Palabra, no de tu propia fuerza.
¿Tengo que unirme a una iglesia?
Sí. El cristianismo no está diseñado para vivirse solo (Hebreos 10:25). Dios llama a cada creyente a ser parte de una iglesia local, para crecer, recibir enseñanza, rendir cuentas y adorar juntos.
Ser Parte de una Iglesia Saludable
No todas las iglesias son fieles. Algunas reuniones pueden decir que son iglesia, pero son espiritualmente peligrosas. Lo siguiente son señales de alerta y marcas de una iglesia sana:
Señales de alerta – Iglesias “endulzadas”
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La Escritura se reemplaza con opinión, historias motivacionales o tendencias culturales.
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El pecado se minimiza o se normaliza; se ignora la santidad de Dios.
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El enfoque está en entretenimiento, riqueza, experiencias personales o pastores famosos.
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La enseñanza enfatiza autoayuda, prosperidad o una fe fácil por encima del arrepentimiento y la obediencia.
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Se compromete la verdad por popularidad, unidad o aprobación cultural.
Señales de alerta – Iglesias “de corazón duro”
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Los líderes actúan con superioridad o arrogancia, haciendo que otros se sientan menos espirituales si no alcanzan cierto nivel.
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La enseñanza enfatiza intelecto, doctrina compleja o mérito humano más que amor, humildad y obediencia.
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Falta de comunidad sincera y afecto; las personas son juzgadas en vez de acompañadas.
Señales de alerta – Fundamentos falsos
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La autoridad se mueve fuera de la Escritura. Si la tradición, los líderes humanos o escritos adicionales se consideran iguales o superiores a la Biblia, no es fiel (Marcos 7:7-9).
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El evangelio se distorsiona. Si la salvación se presenta como algo que se gana por obras, rituales o sacramentos — en lugar de gracia mediante la fe — es un evangelio falso (Efesios 2:8-9; Gálatas 1:6-9).
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Cristo se reduce. Si Jesús es presentado como solo un maestro, ejemplo o una de varias maneras a Dios — y no como el Hijo de Dios, Salvador y Mediador exclusivo — no es cristianismo bíblico (Juan 14:6; 1 Timoteo 2:5).
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Culto mal dirigido. Si se ofrecen oraciones a santos, ángeles, María o cualquier cosa distinta de Dios, es contrario a la Escritura (Éxodo 20:3-5; Mateo 6:9).
Marcas de una iglesia sana
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La Palabra de Dios es central. La Escritura se enseña fielmente y con claridad como la Palabra de Dios (2 Timoteo 4:2).
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El evangelio de Jesucristo es fundamental. La salvación se enseña como por gracia sola, mediante fe sola, en Cristo solo. Su muerte y resurrección son el centro de toda enseñanza (1 Corintios 15:3-4; Romanos 10:9-10).
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Solo la Escritura es autoridad final. Toda enseñanza y práctica se mide contra el consejo completo de Dios, no contra tradición, opinión o carisma de un líder (Hechos 17:11; 2 Timoteo 3:16-17).
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La gente vive como una familia en Cristo. Los miembros muestran humildad, amor y rendición de cuentas, ayudándose mutuamente a crecer en santidad (Juan 13:34-35; Gálatas 6:1-2).
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El discipulado es serio. Los creyentes son formados en obediencia, conocimiento bíblico y fe práctica — no solo en asistencia (Mateo 28:19-20).
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Los líderes cumplen estándares bíblicos. Pastores y ancianos demuestran carácter piadoso y madurez (1 Timoteo 3:1-7; Tito 1:5-9).
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Se observan el bautismo y la Cena del Señor conforme a la Biblia. Son actos de obediencia y declaración pública de fe, no medios para ganar salvación (Mateo 28:19; 1 Corintios 11:23-26).
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El Espíritu produce cambio verdadero. Se nota amor genuino, santidad, humildad y vida piadosa — no solo apariencias o palabras (Gálatas 5:22-23; Santiago 1:22).
Estar alerta es importante. Una iglesia fiel te dirige a Cristo, no a sí misma. Aléjate de cualquier reunión que eleve personalidad, orgullo, enfoque en sí misma, entretenimiento, tradición o valores mundanos por encima de la Escritura.
El verdadero cristianismo se aferra solo a Cristo, solo a la Escritura, solo a la gracia y solo a la fe — y produce amor, humildad y comunidad genuina en la Palabra de Dios.
Recursos para Seguir Explorando el Cristianismo
Si deseas conocer más sobre la vida de Jesús, Su resurrección y la fe cristiana, los siguientes recursos son confiables, claros y accesibles. Cada uno puede ayudarte a fortalecer tu fe, responder tus dudas y crecer en tu relación con Dios.
Leer la Biblia en Digital
Para entender quién es Dios, nada reemplaza la lectura constante de Su Palabra. Estas versiones en español son fieles al texto original y fáciles de leer:
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Reina-Valera Contemporánea (RVC) – Traducción fiel, clara y actualizada, ideal para estudio y lectura diaria.
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Nueva Versión Internacional (NVI) – Traducida directamente de los idiomas originales; muy usada en iglesias evangélicas de habla hispana.
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Nueva Traducción Viviente (NTV) – Muy comprensible, escrita en un español natural y moderno, perfecta para quienes recién comienzan a leer la Biblia.
Puedes descargar estas versiones gratuitamente en aplicaciones como YouVersion (Biblia) en el App Store o Google Play, o leerlas en sitios confiables como www.biblegateway.com.
Evidencias sobre Jesús y la Resurrección
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El caso de Cristo – Lee Strobel
Un periodista investiga las pruebas históricas de la vida, muerte y resurrección de Jesús. -
Evidencia que exige un veredicto – Josh McDowell y Sean McDowell
Examina la fiabilidad histórica de la Biblia y las razones para confiar en Cristo.
Comprender a Dios, la Fe y las Dudas
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La razón de Dios – Timothy Keller
Responde preguntas comunes sobre el sufrimiento, la fe y el sentido de la vida desde una perspectiva bíblica. -
Mero Cristianismo – C. S. Lewis
Explica las bases esenciales de la fe cristiana con claridad y lógica, un clásico de la apologética.
Cómo Confiar en la Biblia
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Cristianismo: Caso Cerrado (Cold-Case Christianity) – J. Warner Wallace
Escrito por un detective forense, muestra por qué los Evangelios resisten el escrutinio histórico y lógico.
Ciencia y Fe
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El lenguaje de Dios – Francis S. Collins
Un científico explica cómo la fe y la ciencia no se contradicen, sino que se complementan. -
El Creador y el Cosmos – Hugh Ross
Presenta cómo los descubrimientos del universo apuntan hacia un Creador personal y poderoso.
Un último consejo
No todos los recursos cristianos disponibles en español son bíblicamente sanos. Asegúrate de que los materiales que leas sean evangélicos, centrados en la Biblia y en Cristo como único Salvador, no en tradiciones, rituales o experiencias personales. Busca siempre fuentes recomendadas por iglesias protestantes fieles a la Palabra.